Mientras Portugal, Italia o Francia han optado por mecanismos de conversión estructural hacia la fijeza, España ha legitimado un modelo donde la solución al abuso no es estabilizar la relación laboral, sino extinguirla
Mientras Portugal, Italia o Francia han optado por mecanismos de conversión estructural hacia la fijeza, España ha legitimado un modelo donde la solución al abuso no es estabilizar la relación laboral, sino extinguirla